lunes, 24 de septiembre de 2007

RBSBT en El Gran Reto Navarra 2007

Navarra nos sorprendió. Es cierto que aunque no habíamos estado nunca, si conocíamos por referencia algunos lugares emblemáticos como Irati, el valle del Roncal o las Bardenas reales.Mención aparte la de Pitillas, cuyo alcalde y comitiva nos visitó hace años en el delta del Llobregat, cuando teníamos responsabilidades de gestión en la zona, porque iban a hacer un observatorio y deseaban documentarse. Años más tarde devolvíamos la visita, eso sí, de forma algo acelerada: íbamos al Gran Reto 2007.

Como equipo con mayor número de especies vistas en Aragón (SEIS, sí, 6 y sí ,Aragón porque hicimos una zona limítrofe con Catalunya) en la maratón de primavera; pero suponemos que sobretodo por haber quedado los segundos en la clasificación general (los primeros usando sólo medios de transporte terrestre...) fuimos invitados a participar en la primera edición de gran reto, en Navarra, el 15 de septiembre de 2007.

Desde que nuestro equipo dejó de ser 'el del Llobregat', hemos incorporado amigos de distinta procedencia a la base del equipo compuesta estos años por Xavi Larruy, Armand Ramal y Ricard Gutiérrez. Para el gran reto ningún amigo extranjero pudo venir por lo que el trío la-la-la nos fuimos Ebro arriba a pajarear. Fieles a nuestra tradición de improvisar, el itinerario lo decidimos el día antes, mientras viajábamos y solo habiendo empleado dos o tres horas en preparar la maratón. De ahí nuestro lema de ser el mejor equipo coste-beneficio, pero también luego no nos extrañó no ver la avutarda!

Siguiendo nuestra lógica, decidimos viajar norte-sur e incluir alguna zona húmeda en el itinerario pero dado que estábamos en paso, encomendarnos a nuestras habilidades e intentar sacar el mayor número de especies en migración, en lugares que se nos antojasen adecuados. Para ayudarnos a encontrar semejantes lugares, la información de la web de Birding Navarra fue vital. Así descubrimos el magnífico soto de los tetones, donde acabamos al atardecer de la maratón devorados por millones de mosquitos. Pero contentos.


Empieza el baile

Tras una suculenta cena ofrecida por la organización (por una vez no nos tocaba cocinar), salimos a las 23:30 con rumbo desconocido para no alertar a los contrincantes de nuestra estrategia. Una de las primeras aves vistas por la noche fue la Chova Piquirroja, en un dormidero donde descansaban apaciblemente. Aunque no se oyó gran cosa en esta primera parte de la noche, sí apareció por suerte una lechuza. Hora de ir a descansar un rato.

Aún con la digestión a medias, salimos pronto dirección norte. Después de varias infructuosas paradas para detectar los mudos cárabos (donde estan?) y de detectar un búho real en Lumbier un poco por intuición, llegamos ya habiendo clareado a Belagua.

Alto a la Guardia Civil

La primera vez que pasamos hacia arriba no nos pararon aunque sí miraron detenidamente ese coche de Barcelona con tres individuos raros dirección Francia. Después de unas cuantas curvas llegamos casi a la frontera, bueno, de hecho nos pasamos de largo y volvimos atrás. Entre cencerros de vacas (¿no podrían llevar silenciador?) y conversaciones de lugareños que se dedicaban a pararse allí (malditos roedores), la detección de pajarillos se vio dificultada. Eso nos obligó a marcharnos antes de lo que quisiéramos y luego supimos que nos perdimos el Monticola saxatilis. ¿Cómo lo supimos? Porque según íbamos bajando nos cruzamos con otro equipo: los tramuntanos! (el equipo rival habitual): estaba claro que no éramos los únicos a los que nos había llamado la atención la zona... Bueno, pues nada, a apañarse. El paso era interesante pues se observaban bisbitas arbóreos en abundancia y detectamos tanto algún spinoletta tardío como campestris (en paso) y, interesante, unos grupos de bisbitas comunes, recién llegados, aterrizando en la zona, al lado nuestro, donde los observamos a placer.

Un paseo por los alrededores del refugio nos produjo escribanos cerillos y los primeros carboneros palustres, algo lejanos. Y un pito negro cantando en el valle (bién!!). Y otra vez a cruzarnos con los tramuntanos. Ahora saludan ellos. Ahora nosotros. El caso es que si nos hubiésemos parado unos y otros luego supimos que habríamos visto más (pero eso, obviamente, no interesaba...). En la bajada, un magnífico agateador norteño visto a placer y cantando en un bosque de Pinus sylvestris daba la nota diferencial respecto del Pirineo Oriental. Llegados al valle, oh sorpresa!. ¡Alto a la Guardia Civil! (esta vez sí nos pararon).

Después de una rápida explicación (nos sorprendió que nos dejasen ir rápido, pero luego supimos que había sido precedida por otra, más larga, de los tramuntanos culminada por un ‘ha de haber gente para todo’ que dijo al parecer el guardia...), enfilamos el rincón de Belagua. Un gavilán nos cruza delante y detectamos más tarde aves forestales como el mosquitero común. Y lo que nos parece un mirlo capiblanco pero que no anotamos en la lista por considerar que no era el hábitat adecuado. El pito negro y el real cantaban en el bosque. Y ciertamente la zona merece más tiempo del que lamentablemente podemos dedicarle. De bajada, detectamos un joven de alcaudón dorsirrojo y, siguiendo nuestro olfato, paramos en un lugar donde, bingo, aparece el mirlo acuático.

Llegados al fondo del valle, en la foz de Burgui, vemos el único halcón abejero del día junto con los ya omnipresentes buitres. Enfilamos la carretera ‘de las foces’ directos a la de Arbayún no sin antes detenernos en hábitats más mediterráneos parecidos a los que conocemos en el noroeste y que son propicios para currucas. Buena parada sí señor! Sylvia undata, perdiz, los dos papamoscas, S.communis, un alimoche, la zona está llena de migrantes. Luego, en Arbayún, un halcón peregrino y un águila culebrera. Y los miembros de la organización dándose una vuelta.

El sol ya era de justicia cuando llegamos a Lumbier y, cual turistas, enfilamos el camino de la foz, no sólo para admirarla, sino para buscar el roquero solitario. Lo encontramos bajo el sol, cantando en una esquina. Allí mismo el reclamo de un martín pescador, junto con un grupo de palomas bravías, supusieron un par de buenos ‘bonus’.

¿Quien sabe donde?

Hay sitios que tienen blog pero, la verdad, les faltan indicaciones de carretera. Nos volvimos micos pese a mapas y dos GPSs para encontrar el pueblo (que no la balsa!) de Zolina. El sol que caía era de justicia, a lo película de Sergio Leone, pero tras dar más vueltas que el cencerro de la vaca de Belagua y de preguntar a un par de lugareños, dimos con la balsa. De lo que nos había costado pensábamos que nadie más iba a llegar a verla! Craso error luego supimos. Así que avoceta, zampullines cuellinegros y patos diversos fueron anotados por la mayoría de equipos. La verdad es que se notaba que no nos lo habíamos preparado demasiado. Pero ya estábamos en 100 especies y la tarde aún era larga. Al ataque.

Rumbo al sur

En el viaje al sur decidimos ir, siguiendo otra vez nuestro instinto, a liquidar las acuáticas a Pitillas a primera hora de la tarde. Otra vez el sol justiciero y bastantes aves que salían pero el zarapito real (y la gaviota patiamarilla!) del dia anterior sin aparecer... Suerte de una fugaz garza imperial joven y de los otros limícolas. Por los campos, ausencia total de alcaravanes en hábitats que se nos antojaban idóneos (si hubiesen estado en el NE ibérico). A parte del alcaraván algo a lo que no dábamos crédito era la falta casi absoluta de palomas. Acabamos la maratón sin ver una torcaz, cuando en el sitio donde vivimos se ven por los parques y márgenes de carretera. Es que ni una. Tampoco salieron la zurita y la tórtola común (habíamos visto una el día anterior). Dejamos Pitillas con la sensación de que faltaba algo (no habían pollas de agua y pese al esfuerzo el calamón se hizo de rogar y no dijo ni mu). Horas más tarde supimos que de haber llegado tres horas más tarde hubiésemos visto no solamente la gaviota y el calamón sino una rareza: el aguilucho papialbo... ¡que lástima!. Pero bueno, saliendo de Pitillas detectamos por el camino un cernícalo primilla y estornino negro. Y rumbo al sur otra vez.

¿Capadocia o Arizona?
Animados por la visión de un grupo de 62 gangas el dia anterior, volvimos a las bárdenas reales. Con la diferencia que, al ser fin de semana, estaba lleno de turistas, gente con 4x4, hasta un autobús!. No habían gangas. Mal asunto. La vuelta produjo, eso sí, calandrias, las dos terreras, las dos cogujadas. Pero cuatro de nuestros ojos se quedaron entre los terruños de los barbechos de la zona buscando las invisibles gangas. Ni gangas ni la collalba negra del día anterior. Lástima porque eran un par de especies interesantes que justificaban el tiempo empleado y que en este caso habían fallado. El paisaje, eso sí, magnífico. En algún momento parecía que se iban a asomar los comanches por lo alto de los riscos o que estábamos en la capadocia turca, eso sí, sin calandrias bimaculadas, sólo las comunes.

Los arrozales tardíos del Ebro

Algo más tardíos están los arrozales en el valle del Ebro que en su delta. Si en el delta empieza ya la recogida, en Navarra aún le falta, con lo cual los campos aún están algo verdes. Vimos un grupo de garcillas bueyeras con un joven entre medio de pico negro y que inicialmente hizo pensar en la deseada y no encontrada garceta común pero una garza imperial en vuelo fue interesante. La verdad es que esperábamos ver algunos limícolas y aún no había salido la cigüeña. ¿He dicho cigüeña? ¡Cinco ejemplares estaban aterrizando delante de nuestras narices en el campanar de Tudela! A toda velocidad hacia los sotos fluviales, que se acaba el día. ¿Y que pasa cuando se acaba el día? Pues que aparecen los mosquitos. Nosotros estamos acostumbrados a los mosquitos. Hemos pajareado y trabajado en un humedal durante 25 años algunos de nosotros y, la verdad, nos han picado unos cuantos. Pero es que lo de los sotos fue impresionante. Un ataque combinado de las fuerzas aerotransportadas mosquiteriles. Miles de ellos. Hubimos de huir. No me extraña que hubiesen tantos pájaros insectívoros. ¡Si se ponían las botas! Efectivamente, nos faltó tal vez media hora o 20 minutos más de luz porque se apreciaba mucho paso. Por fin vimos cuatro pollas de agua (¡pocas veces me alegraba tanto de ver esa especie!), un grupo de agachadizas en vuelo y, sorpresa, una hembra de pechiazul en el carrizal, perfectamente enfocada en nuestro telescopio. Zampullines, patos, garzas, garcillas. Casi una decena de andarríos grandes. Un espectáculo. Y para finalizar, igual que el día anterior, el reclamo familiar de un pico menor. Una especie emblemática para un bosque de ribera fantástico que culminaba nuestro periplo navarro. Un lugar para volver. Y muy recomendable. Para pajarear pero también para ir con la familia.

Epílogo

500 kilómetros recorridos en 21 horas. Seis ojos y seis orejas. Tres prismáticos y dos telescopios. Tres bocadillos de tortilla. Dos nectarinas y un sandwich de queso. Agua y una coca-cola. Tres horas de preparación previa. Vacas con cencerro, liebres, zorros y 133 especies de aves seguras 100%. Sin fisuras. ¿Tal vez el mejor coste-beneficio al sur de los Pirineos? En todo caso un resultado que nos pareció interesante y digno para esta magnífica celebración, tal vez más interesante y todo que la maratón de primavera. Esperamos volver a ambas en próximas ediciones.

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